viernes, 23 de julio de 2010

Naturaleza y amor.

Sí...podía sentirlo...el rasgar las hojas contra el humilde y escaso viento del verano; el agua de la fuente juguetear con los humanos; y las rosas...las rosas mirando a una chica. Una chica que moría de amor por el chico que, cayendo en las redes de la fuente, se complacía con las pocas gotas frías que regalaba. Ajeno a aquella batalla que por él, y sin él se disputaba, reía, llamándola. Negábase ella, con cierto atisbo de rubor en sus mejillas. Pura farsa. Él no debía saber lo que ella pensaba. Las rosas suspiraban. La fuente la abrumaba. Y él...tan sólo la miraba. "¿María?"...escuchaba. Y una, y otra...y otra vez. No, no estaba. "Deja de llamarla, es inútil...ella no puede escucharte" advertían las rosas. "No, aparta...ven a jugar" repetía la fuente, con voz cantarina. "Escúchala"...aconsejaban las hojas. "Entiéndela" deseaban las hormigas. "Ámala" susurraba el viento.
Ella miró sus ojos. Él miró sus ojos. "Ven" decían los de ella. "Me preocupas" decían los de él.
Los brazos de ella se abrieron. Los brazos de él también. "Ven" decían los de ella. "¿Qué te pasa?" decían los de él.
Los labios de ella se acercaron a los de él. Los labios de él ardían. "Ven. Te quiero" decían los de ella. "Bésame" decían los de él.

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