viernes, 30 de julio de 2010

Estaciones. Otoño.



El final del verano, y con este, la llegada de la brisa del nuevo otoño que se avecina. Pronto los árboles comenzarán a tener frío en sus desnudos brazsos mientras sus vestimentas
de secas hojas cubrirán el suelo. Pero que la tristeza no anide en sus arbóreos corazones, poque pronto la primavera teñirá de verde de nuevo los prados, y traerá coloridas flores a los desnudos sabios del bosque. Ellos que han sido partícipes en millones de despedidas en otoño, de lágrimas y llantos de amor. Con la llegada de la primavera, tal como pasa con los ancestros verdes, nuestro corazón vuelve a cubrirse de hermosas flores, las que sustituyen a las caídas en otoño bajo el duro frío de la brisa que a la Naturaleza estremece. La primavera es la sanación de corazones, y el otoño sólo el infranqueable muro que cubre muchos de ellos hasta esperar que una luz atraviese los ladrillos de sus paredes e ilumine así nuestra conciencia y nos haga aún más fuertes de lo que éramos en ese oscuro otoño.

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