viernes, 2 de julio de 2010

Cuentos (I)


Cuestión de ética.

Laurence nunca pensó que llegaría su obsesión tan lejos. Él había supuesto que sería una etapa más del conjunto que formaba su adolescencia. Pero él había madurado hacía tiempo ya...¿qué había pasado? La angustia invadió su cuerpo al completo, y sus pensamientos le arrancaron del lugar donde s encontraba, frente a Nancy en clase de filosofía. No le importaban ni Platón ni Freud, en ese momento no. "¿Laurence? ¿Estás dormido?" Resonaba una voz en su cabeza...siempre diciendo lo mismo, una y otra y otra vez. Entonces decidió regresar, pero sólo por unos minutos.-¿Qué?.-respondió de mala gana, sin saber a quién dirigirse, por lo que continuó mirando al frente.-¿En qué piensas, tío? ¿No ves que estamos copiando? ¿Por qué no coges apuntes?-¿Eh?Nancy reflejó un gesto de claro desdén en su rostro.Suspendí el examen de filosofía. Parecía ser que Platón y Freud eran más importantes de lo que yo pensaba y justamente por su culpa, mi madreme castigó la semana entera sin tocar mis comics. Perfecto. Sería una semana estupenda. Pero, a pesar de todos esos inconvenientes, yo continuaba reflexivamente extraño. No podía dejar de pensar en lo que Gabriella(una compañera de una compañera perteneciente a mi clase) me había pedido salir hacía apenas unas dos semanas. Estaba buena, sí, bueno, superbuena. Pero no me llamaba la atención. En realidad...no tenía más de dos centímetros cuadrados de masa cerebral. Pensé que sería fácil aprovecharse de ella pero teniendo en cuenta que estaba más sobada que la pipa de un indio, como se dice normalmente, pues decidí rechazar su oferta. Y es que yo siempre he estado perdidamente enamorado de mi mejor amiga Nancy, pero obviamente ella no lo sabía, o al meno fingía no saberlo.Cda vez que sus ojos profundos se clavaban en los míos yo apartaba la mirada con el vello escarpiado, y ella reía y su risa flotaba en el ambiente aportando durante unos segundos una dulce melodía que se fundía con los horribles ruidos del patio del recreo o de la discoteca que frecuentábamos. Hacía tiempo que quería decírselo, pero no encontraba la forma de hacerlo. "Nancy, tengo que hablar contigo". Ella me miraba con aquellos ojos como oceános y yo me amedrentaba, con las manos temblorosas, y acto seguido me ponía rojo como un tomate y a lo mejor decía cualquier tontería que se me ocurriera en ese instante. Y entonces su música volvía a fundirse con los gritos de los chicos del patio del recreo jugando al fútbol.Suspendí la primera evaluación.Filosofía nunca se me ha dado del todo bien, y si además añadimos a eso que apenas trabajo esa materia, pasa lo que pasa. Examen suspenso más trabajo sin entregar es igual a un cero como una casa. El caso es que eso me daba exactamente igual. Pero mis notas ese trimestre eran vergonzosas, pues sólo había conseguido dos sobresalientes. Yo soy muy perfeccionista, y me gusta mucho superarme a mí mismo en los exámenes, es como si mi enemigo o contrincante en una pelea fuera yo mismo, o mi mente en el caso de los exámenes. ¡Pero un ocho en matemáticas! Era totalmente inadmisible. Suspiré. "Bueno, en la segunda evaluación lo haré mejor". Lo peor había sido mi seis en Latín. Me dieron ganas de llorar, pero no lo hice porque entonces sí tendría problemas. Y de los gordos. Entonces, mientras miraba mis horrendas calificaciones, Nancy se acercó a mí, con su habitual sonrisa de siempre pintada en la cara y me preguntó por mis notas. Gruñí como respuesta y enseguida supo que se trataba de mis notables por lo que me sentía tan irritado. Nancy siempr suspendía a propósito y se presentaba a los exámenes de recuperación, los cuales eran más fáciles de aprobar. En mi opinión eso no suponía ningún reto, pero ella es simple, siempre busca el camino fácil y rápido. Siempre comparaba sus notas con las mías, riéndose y regalándome suaves caricias en el hombro para consolarme por mis notables. Pero yo sabía que ella era mejor que yo, y sabía más que yo, y por mucho que quisiera saber tanto como ella no lo conseguiría jamás. Era el modelo de hija que todo padre desearía: aplicada, de sobresaliente(si quisiera, y de hecho, en la universidad fue así), inteligente, música, escritora, pintora, diseñadora grafica, no era rebelde, pacífica...Y yo en cambio era el modelo de estudiante o adolescente que se pillaba sus rabietas de vez en cuando y no hacía nada por las tardes salvo prepararse el examen de historia para dentro de dos semanas. Deprimente. Sencillamente patético. Y para colmo, siempre ella tenía a autoestima por los suelos. ¿Cómo alguien tan perfecto puede ser así? Se le caía el alma a los pies al mirarse al espejo y contemplar sus anchas caderas, sus pequeños pechos aún sin formar, su orondo rostro y sus abultadas piernas; y saber que no era como las demás a veces causaba en ella una oscuridad triste y solitaria. Yo la quería tal y como era, pero claro está, ella no lo sabía. Se calificaba como torpe, gorda, y cuando la insultaban, daba a razón a los chicos que la miraban mal...Para mí siempre ha sido y será una persona admirable.

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